martes, 20 de septiembre de 2011

09. Radio receptor TONOMAC Súper Platino.


Esta radio que hizo época luce en la vidriera de Rivadavia y Rosales desde hace algunas semanas.

Allí fue llevada por su dueño Osvaldo Decaneo quien la adquirió cerca de 1978.

Artefacto de fabricación nacional originado en TONOMAC S.R.L. con doble sistema de alimentación: Electricidad o cuatro pilas de 1.5 (pilas grandes) 220 vca 50 G2/6vac.

Su dial ofrecía recepción en FM, Onda Larga, y Onda corta. +

Habiéndola adquirido en Río Grande tuvo que esperar hasta fines de 1980 para poder decepcionar la señal casi exclusivamente musical de Radio Nacional: 88.1.

La Onda Larga, pensada en el gran público porteño, apuntaba en forma impresa la ubicación aproximada de 18 señales, iniciándose con la uruguaya Radio Colonia.

La Onda Corta presentaba cuatro bandas, de 19, 25, 39 y 49 metros.

Originalmente tenía una antena telescópica que ya se ha roto, en ella Decaneo conectaba un cable de cobre hasta la cañería del agua, optimizando la recepción de Onda Corta. Al dorso estaba la salida de cable a tierra.

Al frente presenta un botón de encendido, y tres perillas: tono, volumen y sintonía.

Fue adquirida en la Asociación Mutual del Personal de YPF, que por entonces bajo la gerencia de Ulises Faletti funcionaba al cuatrocientos de la calle Perito Moreno.

Osvaldo recuerda la sintonía internacional que le permitía entre las 22 y las 23.30 hs. tener buena recepción de varias emisoras lejanas: la radio de China, BBC, Bon Aire –de las Antillas Holandesas-, y la señal de Radio Moscú que a cierta hora tomaba el nombre de Radio Magallanes, con un mensaje dirigido a Chile, distanciado diplomáticamente de la URSS luego de la caída del gobierno de la Unidad Popular, su slogan era “la radio que el fascismo no pudo acallar”.

En Mercado Libre la ofrecen a $ 25000 o 6 cuotas de $ 50.

Maldita TONOMAC.

En el www.ideasperonistas.com.ar encontramos un escrito vivenciado bajo un título que en esta entrega es para nosotros el subtítulo precedente.

Nos sitúa en una situación vivencial cercana, ocurrió en Río Gallegos, en un tiempo en que una buena recepción radial estaba garantizada por este artefacto:

Malvinas cada tanto duele, en especial por las mañanas. En particular si esas mañanas destellan escarchas antigravitacionales… de esas que no entendés como carajo penden de la nada misma. En especial si el sol aún no asoma sus rayos, lo cual en esta época sucede casi llegado el mediodía, eso si acaso no esta nublado.

Los recuerdos que vienen a mi mente son difusos, tal vez sean las ganas de olvidar ciertos episodios, quizás solo sea el paso de los años… pero están, y cada tanto vuelven.

Aquella madrugada del 2 de Abril comenzó como casi todas las mañanas en familia. Mi vieja solía levantarme tipo 6:30, eso me daba tiempo suficiente para prepararme y esperar el colectivo escolar. El recorrido era corto, pero las calles se tornaban imposibles con el hielo. La verdad hinchaba un poco las pelotas levantarse con ese frío, ¡me cago en Sarmiento!… como se nota que no vivió en Río Gallegos.

Esa mañana fue distinta, algo provocó que nos despertemos mucho más temprano.

Nuestra casa era pequeña, una de esas casas FONAVI que apuntaban al hacinamiento más que a la comodidad, una más en un barrio obrero. Calculo que Le Corbusier hubiera muerto del espanto, pero allí se desarrollaron algunos de los mejores años de mi vida.

El Barrio era y es conocido como el 366, curiosa costumbres de identificar por la cantidad de viviendas. Hubo así un 499, un 400 departamentos, un 40 viviendas y la lista sigue. En si, un símbolo más del desarraigo que se hace carne en la inmensidad de la Patagonia Sur.

Fue una puteada de mi viejo la que atravesó las delgadas paredes, y de fondo una suerte de marcha que jamás había escuchado hasta ese día.

Tras su manto de neblinas distorsionaba frecuencias en la vieja Tonomac.

Mi viejo salio casi corriendo esa mañana, el camino era largo, llegar a cualquier campamento de YPF era una travesía. Ripio, nieve, viento, camionetas flojas de papeles y amortiguadores… y nadie hablaba de stress por aquellos tiempos. En realidad, se hablaba poco por aquel entonces.

Yo estaba en 4º, el famoso 4º B., famosos por quilomberos y llevar revistas del sindicato a clase. Debo reconocer que era algo casi suicida, pero yo las llevaba igual.

Cuando entre al Colegio esa mañana – el Glorioso Salesiano de Río Gallegos - todo era un hervidero. Los hijos de militares, nuestros compañeros y amigos del cole, traían más noticias. Debo reconocer que esa mañana me entere de la existencia de Malvinas. Para que voy a mentir, es así.

¡Tomamos Malvinas!

Dijo el Patón Silva, uno de los mejores jugadores de chupi* que conocí en mi vida. El no era hijo de milicos, pero tranquilamente podría haberlo sido. Todos eran hijos de militares.

*El tipico juego de figus, que consiste en dar vuelta las mismas golpeandolas con la palma de la mano.

El relato sigue, pero el protagonismo de TONOMAC sirvió para titular los recuerdos de un chico de 9 años. ¿No habrán otros recuerdos TONOMAC en gente de distintas edades?


YO TAMBIEN TUVE UNA TONOMAC.

Se compró cuando entre a trabajar en LRA 24, y era un modelo anterior a este. La prestamos a una matrimonio amigo cuando en casa entre un centro musical HITACHI. Ellos la tuvieron hasta que se divorciaron. En el reparto de bienes pasó a ser patrimonio de la señora, ella la sigue escuchando en su cocina, donde solo se sintonizan aemes.