domingo, 20 de octubre de 2013

30.- Máquina de coser Singer.


Está máquina de coser, potenciadora del espíritu habilidoso femenino, orientó toda una serie de elementos que daban pie a labores productivas por parte de amas de casa.


Sin salir del ámbito doméstico la máquina de coser se constituía en una fuente de ingresos para la mujer, y para todo el grupo familiar, superando -cuando la habilidad lo permitía- los ingresos del esposo.


Una máquina de coser podía dar pié muchas actividades comunitarias, en el seno de asociaciones obreras, los talleres de "corte y confección".


La máquina de  coser Singer es una de las primeras máquinas de coser de la historia, siendo una versión perfeccionada por Isaac Merritt Singer  del modelo de Elias Howe.


Los inventores habían adoptado el mecanismo del punto de cadeneta de la máquina de coser de Howe, desarrollando algunas innovaciones. Isaac Merrit Singer inventó el mecanismo del movimiento de la aguja hacia arriba y hacia abajo, que era mejor que el de lado a lado. El mecanismo de la aguja era movida por un pedal, en vez de una manivela.


La máquina que aquí presentamos con el tiempo perdió el mueble soporte manivela, para lograr mayor velocidad con un motor eléctrico.



El pedal por un lado,  y el motor de fabricación nacional por el otro:: MAG motor universal para máquina de coser, de 20 HP; que en este caso lleva el número 138882.

Isaac Singer empezó a fabricar su máquina de coser en 1850.  Elias Howe lo buscó, informándole que las máquinas que estaba fabricando infringían el uso de una patente que legalmente le pertenecía a él. Como su situación económica era desesperada, le ofreció venderle los derechos por 2.000 dólares. Singer rechazó la oferta de una forma sumamente grosera e incluso amenazó físicamente a Howe.
 
Éste se retiró y habiendo aprendido de sus malas experiencias en Inglaterra con Thomas Saint, regresó al poco tiempo con un nuevo precio, de 25.000 dólares, ya no por los derechos de la patente, sino tan sólo por el derecho a fabricar las máquinas de coser bajo su licencia. Singer y su socio, el abogado Edward Clark, corrieron rudamente al frágil inventor. Así empezó lo que los periódicos de  Nueva York  llamaron «La Guerra de las Máquinas de Coser». En ese momento, la máquina de coser era algo que ya se veía necesario, ya que se estaba gestando la revolución industrial.


La máquina que mostramos perteneció a Elisa Inés Rodríguez, nacida en Buenos Aires el 20 de julio de 1906, y fallecida en la misma ciudad a la edad de 97 años.


Su taller funcionaba en Alcarás 4958, Villa Devoto, y su especialidad era el bordado a máquina.


La calidad de su trabajo, perfeccionado durante su larga vida, puede apreciarse en los detalles de este mantel.


Ella trabajaba mucho para la comunidad judía, los que apreciaban este tipo de manualidades.


El mantel que conserva Elsa Noemí Sguazzini es réplica de uno que hiciera por 1970 para Doña Sara, una de sus más importantes clientas.


Elsa no puede recordar cuanto tiempo demoraba la madre en realidad en todos sus pormenores un trabajo como el que tuvimos en nuestras manos.


Algo que dejó de ser de uso para grandes ocasiones, y pasó a consolidar el "museo familiar".


Junto a la máquina Singer queda como elemento artesanal anònimo este costurero.


Con su tapa trabajada en madera.


Y los múltiples elementos de trabajo, tal cual los dejó ella cuando con los años interrumpió su actividad.


La actividad de Elisa Inés no hubiera sido fácil sin la participación de "la señora de Viola", su dibujante. Elsa conserva de ella gran número de bocetos que luego su madre trasladaba con la Singer sobre la tela, con desafíos multicolores.


Convertida en abuela nuestra bordadora aparece son sus nietos: Analía y Santiago Otero.

 

Este último le pidió un día que le realizara un bordado en base un dibujo propio, y la abuela no tardó en realizar lo que quería el regalón.



Buscando ofertas en Internet hemos encontramos en Mercado Libre precio de una antigua máquina, sin adaptar al motor eléctrico a $ 820 de contado, o doce cuotas  de $ 101.


En tanto que las vidrieras actuales muestran los nuevos modelos a un precio un tanto superior, pero no tan inaccesible como era un artefacto de estos en otros tiempos.