domingo, 3 de septiembre de 2017

067.-Ciclomotor Innocenti

En la vereda de los números impares, a la altura del 200 de la calle Rosales 263 Rubén Yañez tiene su tienda de indumentaria llamada Territorio.

En su vidriera apreciamos un rojo ciclomotor, y pedimos autorización para examinarlo.
 
Esa mañana Rubén (foto) estrenaba un servicio, pagaba una hora de estacionamiento a los clientes para fomentar la concurrencia, en días en los cuales la gente ha dejado de ir a los espacios tarifados por simples razones de economía extrema. Hoy por hoy en que cualquier compra alcanza de promedio mucho más de mil pesos, los 10 de la hora para estacionar son una insignificancia y Yáñez se ríe por eso: “Hay muchos que aprovechar para comprar en otros negocios”, y él también se ha constituido en prestar del servicio para otra gente no viene específicamente a compara en Territorio.






Unos y otros se sienten atraídos por la roja motocicleta de la cual me cuenta fue adquirida hace unos once años en San Juan, al precio de 12 mil pesos. Hubo que restaurarla y hoy es una joya en la vidriera que se levanta sobre la vereda del sol.

La fotografiamos en sus detalles, y después internet nos proporciona un informe escrito en España por Ignacio Muela, esto hace dos años, bajo el título:
Innocenti Motos: crónica del renacer de una marca mítica.


Cosa que ya poden estar leyendo…

 

La firma de motocicletas Innocenti ha anunciado su retorno a los concesionarios españoles. La marca italiana produjo la mítica Lambretta, un icono de las décadas de los 50 y 60, hasta 1971, si bien en España se continuó fabricando hasta 1989.
La historia de la marca italiana Innocenti Moto se remonta a los años 20, cuando Ferdinando Innocenti comenzó los trabajos de desarrollo de la mítica Lambretta. No obstante, el primer scooter de la marca no llegaría a las calles hasta 1947. Ya desde su nacimiento, los modelos de Innocenti compitieron frente a frente con Piaggio, que producía la Vespa desde unos años antes. En los años 50 se hablaba de la Vespa como un vehículo más manejable y de fácil construcción, mientras que la Lambretta gozaba de una silueta que se consideraba más estilosa en la época.

En 1948, la compañía Ferdinando Innocenti se encontraba con un importante excedente de producción en sus almacenes. Ante la gran cantidad de unidades cogiendo polvo en los almacenes de la empresa, Innocenti decidió comenzar la exportación de modelos a países extranjeros. El producto es acogido con buenos resultados en los mercados de fuera de Italia y se inicia una estrategia comercial para acoger una fuerte demanda en prácticamente cualquier país del mundo. La primera factoría no italiana de la compañía se construyó en 1951 en Alemania, y a lo largo de la década de los 50 se instalaron plantas de producción de la Lambretta en diversos puntos del mundo, como India, España, Turquía o Francia. Innocenti motos había diseñado un modelo estándar de producción para sus líneas de montaje, de forma que sus modelos se pudieran producir en cualquier país amén de un sistema de producción completo.

El indiscutible éxito de la Lambretta comienza a menguar a mediados de la década de los 60, cuando el sector del scooter entra en crisis. Innocenti Motos empieza a buscar ahora alternativas a su Lambretta con las que esquivar en la medida de lo posible el descenso en la demanda. Así, diversos cambios de rumbo se suceden en la compañía a lo largo de los últimos años de la década de los 60 para tratar de reavivar el sector, que seguía decayendo irremisiblemente. Pese a los esfuerzos realizados, Innocenti Motos cesa la producción en abril de 1971, 24 años después de sacar al mercado las primeras Lambretta.

No obstante, el interés por la Lambretta no había desaparecido en todos los países. En España y en la India, no se detuvo la producción de las Lambretta que se llevaba a cabo bajo licencia de Innocenti S.G. de Milán con el cierre de la matriz. La factoría española situada en Éibar fue de las más exitosas. Prueba de ello es el hecho de que la Lambrettacontinuase produciéndose en el País Vasco posteriormente a la desaparición de Innocenti como marca en 1971. En 1984 la compañía abandonaría dicha localidad guipuzcoana para mudarse a unas nuevas instalaciones en Amurrio (Álava), donde la empresa Lambretta Locomociones SA, propiedad de Flotencio Irigoyen Berrondo, continuó su actividad hasta su desaparición en 1989.

Parecía que la Historia de la Lambretta iba a reducirse al Siglo XX. No obstante, en 2010 la empresa Maggiora SRL adquirió los derechos de la marca Innocenti Moto con el objetivo de recuperar la producción de los míticos scooters. La empresa, ahora afincada en Turín, daba comienzo así a un período de desarrollo de ingeniería y diseño que duraría cuatro años. En 2014, la firma tenía preparada su gama de modelos y ahora, en 2015, sus motos empiezan a cruzar fronteras para llegar a miles de usuarios  en todo el mundo.





viernes, 26 de mayo de 2017

066.-Carpeta tejida al crochet.



El objeto está ahí, sobre la mesa ratona, cerca del rincón donde se encuentra mi PC. Es decir en mi escritorio.

Tiene algo así como diez años de antigüedad y es de fabricación artesanal chilena.

Las autoras de esta preciosa carpeta han sido dos parientes directas, y la destinataria de la misma: mi esposa.

La comenzó a hacer mi tía Ana Martinovic de Yaksic, y contribuyó a su realización su hija Dominga Magdalena, a la que conocimos con el apelativo de Nedy.

Diré aquí para darle un carácter técnico que tiene 42 centímetros de diámetro, y que hasta pocos meses tenía uso ocasional en alguna de las mesas de la casa: la del living preferentemente, hasta que la mesita se instaló en mi lugar porque aquí había un silloncito que hacía más cómodo las sesiones de trasnoche mirando Neflix. Entonces en la mesita estaban algunos libros que leyó en sus últimos días, el sifón con soda, el vaso, y una que otra golosina.

Tal vez se podría decir que es una pieza muy fina para un uso tan cotidiano, pero así fue la cosa: la carpeta era de ella, y ella quería tenerla cerca en recuerdo del trámite que realizó para conseguirla.

Es que en nuestras visitas a la casa de la tía, saltaban a la vista las numerosas manualidades que había sabido hacer durante su vida. Trabajos que en algunos casos ayudó en la economía familiar para parar la olla, en tiempos de carestía que los hubo en su país, y como suele ocurrir también aquí: cuando menos se lo desea.


 Las carpetas también aparecían en casa de sus hijos: Ivo y Nedy; y fueron en su momento regalos que salieron de sus manos que evitaron acudir a alguna comercio para tratar de quedar bien en alguna fiesta de la familia.

Patricia Cajal elogiaba estos trabajos, y un día mi tía le dijo que le iba a hacer una, más o menos grandecita, aunque mi esposa se hubiera contentado en el acto con una más pequeña. Pero la promesa estaba hecha, le haría la carpeta para un próximo viaje que ya estaba prefijado porque iba de la mano de la búsqueda de un libro de nuestra parte.

Quedaron también de acuerdo que se enviaría de Argentina el hilo que se usaría en la confección, cosa que significó ver varios comercios en la zona de Once, en una derivación médica que se concretó de inmediato por aquellos días.

De Buenos Aires, a Río Grande, de aquí en mano a la calle Serrano, en el Barrio Sur, donde vivía la hacedora de la carpeta.

¡La tía Ana ya podría comenzar a trabajar!

Y aquí aparecen dos historias: una que dice que usó el hilo argentino, otra que le cansaba las manos, y que por ello dejó la carpeta a medio hacer y comprando un hilo fabricado en no sé dónde –vieron que en Punta Arenas abundan mercancías internacionales- realizó con el nuestra pieza de museo.

No sé cuás de las dos historias es la verdadera, y cuál sería la más bonita; o lo interesante es que hubiera dos historias.

Como que también hayan sido dos las mujeres que intervinieron en la confección de nuestra carpeta. Y digo nuestra porque si bien fue de mi esposa, ahora en circunstancias hereditarias ha pasado a ser mí, de la casa, de este lugar de  donde difícilmente se sacará para mostrar la cubierta vidriada y de madera lustrada de la mesa ratona.

Lo que pasó fue así. La tía, con más de 90 años encima, comenzó a tener un dolor en la mano izquierda que limitaba entre otras cosas su trabajo persistente con el ganchillo. Los días iban pasando, la mano rendía menos, y Ana se preocupó porque llegarían los sobrinos y no tendría preparada su promesa. Entonces pensó en la hija.

Nedy había sido iniciada siendo niña en todas estas manualidades en las que brillaba en habilidad la madre. Pero teniendo un oficio, en su caso el de maestra, no disponía del mismo tiempo que un ama de casa.., y con el tiempo dejó de practicar. Además para que hacerlo, por gusto nomás, no por necesidad, puesto que tenía en la madre una persistente fabricante de tejidos al crochet.

En ese sentido recuerdo a mi madre que solía tejer gorras y guantes, antes de cada invierno, piezas que terminaba regalando a alguien que le prodigaba elogios por la calidad del trabajo, que para este caso era la homegenidad del tejido.

Desconozco que esto del crochet haya sido una habilidad que la familia trajo de Europa, o si fue producto de algún aprendizaje escolar. No pregunté en su momento, y la enseñanza primera de la habilidad familiar permanecerá en los sitios míticos de la memoria. Lo cierto es que al escribir he recuperado la palabra Europa, una voz geográficamente más imprecisa que suprimía lo que tendría que haber sido: Yugoeslavia, o luego Croacia.

Vamos a decir entonces que nuestra carpeta tiene un estilo europeo.

Vaya a saberse en cuanto habrá tenido que insistir Ana para que la hija continuara la tarea que ella no podía concretar. Y cuánto de amor por la madre, o cuanto de amor por Patricia, había en la decisión que la llevó a ponerse los anteojos de lectura, sentarse en el sillón que en la cocina, hecho con el asiento del último taxi del tío Valerio, y comenzar a trabajar en la continuidad de la tarea.

Así la carpeta que comenzó la madre para la sobrina política, fue terminada por nuestra prima.

En reencuentro entre los chilenos y los argentinos se dio en medio de las alegrías que siempre nos fueron propias; y luego de tomar once –esta once se sabrá no es la del lugar dónde fuimos por el hilo- apareció envuelta en un papel azul la preciada carpeta.  


Abrazos, besos, encontronazos.. la ocurrencia de alguien que trajo el escondido mate de la casa, y el traslado de  la mesa al living donde permanece en mi memoria, porque tontamente no tomé la foto de la circunstancia, tal vez porque andaba corto de rollo y todo esto pasó en los remotos tiempos que no existían los celulares y sus cámaras incorporada, la imagen de Patricia, doblando y desdoblando el regalo sobre su falda.

Entonces fue cuando Ana quiso que se compartieran los agradecimientos, y la hija que se interponía para no hable sobre el tema. Pero al final la tía se impuso y contó cómo fue la historia: la carpeta que comenzó una la terminó la otra.

Entonces volvieron a la mesa, que ya había sido despejada de los restos de la merienda, y sobre la misma la extendieron, prendieron luces, y alguien dijo que no se podría saber cuál era la parte hecha por la madre, y cual hecha por la hija. Entonces se cruzaron las miradas, una más experta que la otra. Hasta que finalmente la más impertinente: Patricia, la destinataria del regalo, sin decir me parece, señaló con certeza: -¡Hasta aquí llegó la tía, y de aquí hasta aquí debe ser el trabajo de Nedy! Todos nos fuimos mirando para ver si alguien podía decir lo contrario. Entonces la tía tomó la pieza de la cual estamos hablando, hubo un tiempo de silencios, a lo lejos ladró un perro, y respirando hondo dijo: -¡Saben que la Paty tiene razón!, y fue siguiendo la línea del trabajo de una y de otra con sus delgados dedos y sus nacaradas uñas.


La historia puede terminar así. Este objeto de nuestro Museo Virtual, se encuentra expuesto en forma permanente en Obligado 519, de la ciudad de Río Grande donde puede ser visto por quienes quieran visitarnos, de lunes a viernes, de 18 a 20.

No buscamos tazadores para nuestro objeto, porque sabemos que como tantas cosas nacidas del amor, para sus dueños, no tiene precio.