miércoles, 30 de noviembre de 2011

011. Ejemplar del Martín Fierro ilustrado por Castagnino

En el mes de la tradición se dió este encuentro con un ejemplar del poema nacional de los argentinos escrito por José Hernández.

De gran formato -19 x 39,5 cm- corresponde a la versión de Santiago M.Lugones y Carlos A.Leuman que tuvo en EUDEBA -Editorial Universitaria de Buenos Aires- una primera edición en septiembre de 1962, de 50 mil ejemplares, siendo el ejemplar que ilustra esta entrega uno de los 50 mil que correspondieron en marzo de 1963 a la tercera edición.

Obra impresa en la Argentina, en días de auge de esta casa editora, fue un logro de Frigerio Artes Gráficas, en todo lo atinente al diseño, en tanto que la impresión en offset fue un logro de la casa Jacobo Peuser.

La historia de este ejemplar

se relaciona con el derrotero de vida de Olivia Castro, chilena radicada en Israel, desde donde nos remitió el libro.

Se remonta a su infancia en Nacimiento, y a la lectura que prodigaba su padre de este libro cargado de sabiduría, de alguna manera un ejemplar de autoayuda criollo que excedía los límites de la propia argentina.

Olivia nos cuenta de su relación con una familia judía, de ascendiente polaco, que pasó por el exterminio de la Segunda Guerra Mundial, lo que condició luego la llegada de sobrevivientes a nuestro país. Cuando con el tiempo partieron hacia la tierra prometida llevaron de este suelo su admiración por el Martín Fierro.

Desde esa lectura intrafamiliar, y con el trato que tiene por relación de trabajo con Olivia, manter un idioma como es nuestro castellano. Es de pensar como en un hogar, o dos, o tres de Israel se habla circunstancialmente en nuestro lenguaje gauchesco..

Hablando de su realidad en Israel, Olivia nos cuenta que "un libro en español vale mucho dinero, y con el intercambio van de mano en mano, hasta que desaparece". Pero a este libro lo ha considerado muy especial "lo guardé porque me gustaba mucho, pero era tan delicado que se rompía de sólo mirarlos por eso se lo mandé ara que lo conserve, porque conmigo no le quedaba mucha vida". Olivia es de aquellas personas que se duerme con un libro y al amanecer el mismo aparece trajinado, en su cama, con la luz prendida y la tele.

Sobre las ilustraciones de Juan Carlos Castagnino.

Cuando en el año 2008 visitamos la ciudad de Rosario nos detuvimos ante el Museo Castagino que lleva el nombre de insigne maestro de las artes plásticas argentinas, que fue convocado a ilustral el libro que hoy presentamos en nuestro museo.

Wikipedia nos socorre:
Juan Carlos Castagnino, nació en Camet el 18 de noviembre de 19'08, y fallecido en Buenos Aires el 21 de abril de 1972.

Cursa estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes, para luego concurrir a los talleres de Lino Eneas Spilimbergo, a quien considerará siempre su maestro. .

A fines de las años 20 ingresa al Partido Comunista.

En 1933 integra el grupo que fundará el primer sindicato argentino de artistas plásticos. Ese mismo año expone en el Salón Nacional de Bellas Artes. Junto a Antonio Berni, Spilimbergo y el mexicano Siqueiros, realiza los murales en la Quinta de Natalio Botana en Don Torcuato, obra recientemente rescatada, novelada y cinematografiada..

En 1939 viaja a Paris, ciudad donde asiste al taller de André Lothe, y recorre el viejo continente perfeccionando su arte junto a Braque, Léger y Picasso, entre otros.

Regresa a la Argentina en 1941, y recibe el título de Arquitecto de la UBA..

Entre los premios que recibió se destacan el Gran Premio de Honor Salón Nacional (1961) la Medalla de Honor en Pintura de la Feria Internacional de Bruselas (1958)y el Premio Especial de Dibujo II Bienal de México en 1962.

Son muy difundidas sus ilustraciones para la edición del poema gauchesco Martín Fierro que efectuó la editorial Eudeba.. Se dirá que entonces "Logró darle un rostro definido al más popular de los personajes de la literatura argentina y constituyó el acontecimiento editorial del año"..

Colofón:

El viejo ejemplar enviado por Olivia tal vez pase al taller de encuadernación del maestro Jorge Fernández.



Olivia Castro y su hija, en Israel.

5 comentarios:

  1. Mingo: no me vas a creer, pero yo tengo un ejemplar igual a ése.
    Mañana veré de que año es la edición. Lo heredé de mi suegro que gerenciaba una editorial.
    Al igual que el de Olivia necesita de la encuadernación del maestro Fernández.
    Lindo regalo te han enviado.
    Mañana te sigo contando.
    Beatriz

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  2. ¡gracias Mingo! Ya trataré de reeinviarlo

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  3. Lo encontré Mingo, el mío también es uno de los 50000 ejemplares de marzo de 1963: ¡una joya!

    De la misma editorial, año y formato tengo los Cuentos de Fray Mocho con ilustraciones de Hector Basaldua.
    Parece que en la encuadernación hubo una falla, los dos libros están deshojados.
    Qué bueno que volvió a publicar el Museo.

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  4. Mingo: he descubierto que el libro de los Cuentos de Fray Mocho está dedicado de puño y letra por Clara Passafari de Gutiérrez ¿la conocés, verdad?

    Me has hecho descubrir dos joyas olvidadas de mi biblioteca.
    Muchas gracias

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  5. Talv ez parte de esta edición haya salido para Chile. El libro es hermoso, pero el formato un tanto incómodo. No siempre uno encuentra bibliotecas para contener un libro que por otra parte, por el mismo uso sugerente, por la lectura que genera haciéndolo abrir en cualquier página, termina en gran medida manoseado..., y de allí la proverbial destrucción de todos los Martín Fierro. Esto le pasó al mío, regalo de mi madre comprado en una revistería, y a los que llegaron después. Los que tienen un Martín Fierro impecable, casi siempre, es porque no lo han leído.

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