martes, 28 de junio de 2011

005. Calentador de velas.

Artefacto metálico de fabricación nacional, instalado en el comercio situado en la intersección de Tomás Espora y Carlos Moyano, de marca ilegible, con data histórica cercana a la instalación del servicio de gas por redes en la localidad de Río Grande.

En otro tiempo el comercio registrado a nombre de Belarmino Caicheo funcionó como Bar y Churrasquería, abandonando este rubro para mantenerse como bar tradicional el que continúa recibiendo a sus parroquianos por las mañanas con el tradicional servicio de bebidas al copeo. Lo atiende Ercilia de Caicheo –Doña Chila- afirmando que el amplio local es calefaccionado perfectamente aun en tiempo invernal, pese a estar el recinto sumamente vidriado, y ser de cielorraso alto.

Y doña Chila siempre nos ve pasar desde la ventana de La Querencia subsiste, que al comienzo de lo que era “La calle de la alegría”.

El gas natural en el norte fueguino.

El gas, descubierto el 17 de junio de 1949 en la surgencia del TF-1, pozo explorado por YPF en las inmediaciones del Río Chico, nueve años después vino a ser colector del fluido de cambio la precariedad de muchos hogares, por un recurso eficiente y económico.

Sobre el particular invitamos a una lectura de un fragmento de “50 años de Petróleo en Tierra del Fuego”, que escribiéramos junto a Néstor Ortiz.

Abril 30. A un año de la visita del Almirante Rojas Río Grande ve inaugurada su obra de gas natural. La entrega simbólica la realizó el Ingeniero de Gas del Estado Luis Becerra, en tanto que el Jefe de Policía territorial –Carlos Fontana- representó al gobierno y abrió la llave del suministro. El acto tuvo lugar en la intersección de San Martín con la Quinta Nro. 5, y luego del mismo los concurrentes se trasladaron a la Municipalidad donde el Comisionado René Piñero montó una exposición de cocinas y estufas de Gas, las cuales se encuentran a la vista de publico por varios días. Al día siguiente el gobierno de la Revolución Argentina entrega el mando a Arturo Frondizi.

Franca Susic escribe en “A hacha cuña y golpe”, sus impresiones sobre este momento de cambio: “La instalación fue hecha por anotación de la gente. La empresa pasaba y decía si uno quería tener gas. ¡Yo me acuerdo que fui la 37! ¡Y después se fueron acoplando todos!. El confort dejaba a las amas de casa sin la dura gimnasia de picar leña, un insumo que resultaba cada vez más caro y lejano”.

“¿Se anima a ir a Tierra del Fuego? -le dijeron en Cañadón Seco a Jesús Medina, y el nombre le quedó gustando- había que ir un par de meses y después si salía el trabajo un tiempo más. Y así fue que la empresa CIME, Compañía de Instalaciones Mecánicas y Eléctricas, agarró la licitación para hacer el gasoducto, 19 kilómetros por arriba de la Misión, y toda la red del pueblo que no serían mas de dos mil personas. “Yo me figuraba otra cosa, Tierra del Fuego, no sabía que fuera a ser tan lindo. Porque lo primero que conocimos fue la estancia del Sr. Piñero, La Criolla, a donde nos llevó el gentilmente en su condición de jefe comunal. Y además porque se hizo un arreglo porque íbamos a buscar rajones de leña hasta allí”.

“El gasoducto se terminó y se dejó la conexión preparada en el TF-1. Arrancamos del pueblo, pasamos unas cuantas peripecias, porque no se creyó que el terreno fuera accidentado. Las vegas. Pero con máquinas y trabajo de los hombres se llegó. Y después se continuó por el pueblo con las líneas extensivas. Y nosotros llegábamos a las puertas de la gente, golpeábamos, y preguntábamos si estaban usando leña o carbón. Y la mayoría de las señoras decían, no, no, nosotros no vamos a usar nunca gas, no lo ponga, ¡no!. Y pensar que con el tiempo, vio que era una cosa hermosa, tan cómodo. Decían que no, que era peligroso, que no era como la leña que uno lo está cuidando”.

“Al principio la conexión era en directa, pero después llegaron válvulas de seguridad. La gente temía que se apagara mientras dormían, y que si volvía el servicio se podrían asfixiar”.

Medina seguiría radicado en Río Grande, trabajando en Gas del Estado hasta jubilarse.

“Algún diario traía noticias de explosiones, pero eran de garrafa. En muy poco tiempo el pueblo comenzó a reclamar el gas.”

El artefacto que todavía funciona.

Doña Chila trata de hacer memoria sobre donde se compró el calentador, y quien instaló el gas en su casa y comercio; tal vez los recuerdos vuelvan pronto.

Por ahora nos ha dicho que se habían roto las velas, pero que un nieto las encargó a Buenos Aires y así pudieron reponerlas. Ahora el calentador esta preparado para otro invierno, gasifica bien e irradia mejor.

Un trozo de alambre sujeta el artefacto al caño, no faltó el distraído que en algún momento se lo llevó por delante, pero sigue andando: y al estilo argentino ¡atado con alambre!

2 comentarios:

  1. Muy bueno Mingo...Es cierto ...muy argentino "atado con alambre" jaja...

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  2. Por eso se dice que los argentinos somos alambricados!

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