Cuando la heladera era solo una illusión existían ellas. Construidas en madera, con una fina malla de alambre -hoy sustituible con eleméntos plásticos, ayudaban a conservar los alimentos siguiendo determinadas premisas: debía estar fuera de la casa en un lugar sombreado, mediando que pueda estar concurrido de ocasionales vientos. Allí se colocaba la carne, que se compraba para varios días, tiempos de ovino, y también agunos preparados derivados de ellas, como podían ser prietas, vitel toné, y otros entremses. Pero también podía conservar sobras de un almuerzo esperando la cena, o viceversa.
A simple vista se aprecia que en su interior
La fotografía corresponde a las que existía ya hace algunos años en el puesto 19 de Estancia Sara, y que me fuera remitida por Elda Inés Sarabia. Habitante de ese lugar y oyente de LRA 24 donde escuchó un día que hablamos sobre este elemento que no saltaba en nuestros patios riograndenses. Entonces ella nos dió las indicaciones del caso para ver con que poco se puede hacer mucho.
Ya en otro enfoque la vemos a Elda, de cuclillas y con la fiambrera abierta mostrando parte de un carneo que servirá para varias comidas. Lejos también de depredadores alados o cuadrúpedos.
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