Sus restos están siendo velados en Perito Moreno 67 hasta
sus funerales que se anuncian para mañana viernes 21 a la hora 12.
Julio nació en Corrientes el 10 de agosto de 1942, hijo de
un uruguayo/argentino que se desempeñaba en Aduanas, con ello su infancia y
adolescencia transitó en ls provincias del Noreste, hasta que con la jubilación
tiene un destino en La Plata, ciudad a la que su padre consideraba su ciudad
natal.
Allí, con su acento provinciano, terminó el secundario y
comenzó estudios en Ciencias Económicas que terminaría por abandonar
Como joven tuvo pasión por el atletismo, el tiro y cuando
realiza el servicio militar en el Regimiento 7 se desempeñaría como instructor
de perros de guerra.
A los 28 años, tras un revés laboral, se decide su destino
al sur, urgido por condiciones de vida que no tuvieran trabajos tan absorbentes,
como los que tenía él en Buenos Aires, y su esposa –a la que conoció como
vecina- en el Instituto de Hidrografía Naval, donde era con una excelente remuneración.
Algo había aprendido de geodesia en sus tiempos de
conscripto, con el cual él recordaba graciosamente que fue su primer tema de
conversación con Adriana.
Un hermano, Omar Florentino, que era aquí Capitán de
Puertos, les habló bondades de nuestra tierra y con ello llegaron para quedarse
el 8 de marzo de 1970.
“El trabajo eleva la dignidad del ser humano” –nos dijo una
vez-, pero el trabajo no fue lo primero en aparecer.
Vivían en una casa cercana al muelle, y mientras la esposa
tenía un breve tiempo como cajera en La Anónima, es tenía por responsabilidad el
amarre del Viky, un barco que brindaba apoyo a los petroleros que operaban en
San Sebastián.
Pronto habrían otras tareas, la primera para los dos: con un
inventario físico de la farmacia de El Pueblo.
Para entonces se habían mudado al Hotel Villa.
Luego vendría un corto empleo en rentas, una repartición
donde la mayoría de los empleados eran fueguinos, y de donde lo dejarían
cesante un 31 de diciembre.
Entonces llegó su tiempo de comerciante, quedó cargo de La
Feria de Buenos Aires, de Rafael Mesular, ha quien había conocido en el Hotel,
más que la remuneración recibiría un solución habitacional. Estaba a metros de
la plaza, vecino a Diamanstein, donde todavía no se había consolidado un centro
comercial.
Río Grande, que no tenía mucho más de tres mil habitantes, comenzó
a crecer, y con ello tuvo mejor suerte: un largo desempeño en YPF, que duró
hasta que la petrolera duró; y con su militancia política en las filas del
justicialismo una actividad que en un momento lo llevó a integrar como
Secretario el espacio de colaboradores del intendente Esteban Martínez.
Con dos hijas fueguinas dejó su presencia y entrega a
nuestra comunidad, una familia que llegó con vocación de trabajo y nunca supo
del desarraigo.
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